Y yo tampoco llegué hasta este espacio sin antes atravesar preguntas profundas, momentos de quiebre y milagros silenciosos.

Desde niña sentí que la vida tenía capas invisibles que no todos veían. Me fascinaban los misterios, la energía, lo sutil. Leía sobre metafísica mientras otras niñas jugaban, y buscaba comprender lo que no podía nombrarse con palabras.

Con el tiempo, ese anhelo de comprensión se convirtió en camino. Me formé en angelología, Reiki, Programación Neurolingüística, Ho’oponopono y Terapia de Respuesta Espiritual. Cada herramienta me regalaba una pieza del rompecabezas, una nueva forma de mirar y de abrazar mis propios procesos. Y poco a poco, comencé también a acompañar a otros.

Pero hubo un momento en que todo cambió: cuando llegué al estudio del corazón y su campo electromagnético. Allí todo lo que había aprendido antes —lo espiritual, lo psicológico, lo biológico— se integró en una nueva visión. Como si el alma me dijera: aquí está el mapa que buscabas.

Desde entonces, mi camino ha sido tejer esa sabiduría: comprender cómo funcionamos desde el corazón, cómo se forma nuestra identidad, y cómo podemos transformar nuestras capas más profundas desde la aceptación, la responsabilidad y el perdón.

Hoy no me defino por mis títulos ni mis estudios, sino por la forma en que miro la vida.
Mi propósito es crear espacios donde otros puedan recordar quiénes son, reconectar con su poder interior y vivir desde la coherencia entre alma, mente y cuerpo.

Si algo de lo que leíste resonó contigo, este espacio también es tuyo.
Estoy aquí para caminar contigo, corazón a corazón.